jueves, 20 de marzo de 2008

Sábado 8 de marzo: primer día en La Habana o cómo navegar con un Lada

9 de la mañana (GTM -5 siempre desde ahora). El molesto pipipipii pipipipii del despertador de mi móvil nos despierta. No hemos dormido muchas horas pero el buffet del hotel termina a las 10:00 y tenemos hambre. Corremos las cortinas de las dos ventanas de la habitación. La persiana parece que no ha llegado aún a Cuba. Nacho y yo comentamos que tampoco ha llegado a otros tantos países. No llueve pero el cielo amenaza con romper a llover en cualquier momento.


Vista desde la ventana de la piscina


Nos damos una ducha. ¡Diablos, son las 9:00 y ya hace calor! Salimos de la habitación y llamamos al ascensor para bajar a desayunar. Parece que hoy sólo funciona uno de los ascensores. Esperamos. Nada. Decidimos bajar andando desde nuestra habitación, en el piso once, hasta el comedor, en la planta baja. Encontramos a Javi esperando para entrar al buffet. No tardan en darnos una mesa para cuatro. Echamos un vistazo a la comida: leche, cereales, perro (sí, perro, perro caliente), huevos cocidos, fruta, zumo y una serie de preparados que prefiero no recordar. El desayuno no es muy atractivo pero tenemos hambre así que desayunamos.


Desayuno en el Deauville (¡puag!)


Hemos quedado a las 10:00 en la piscina del hotel (sexta planta) así que volvemos a subir a la habitación (andando) para lavarnos los dientes y coger cartera, gafas, darnos cremita (por lo visto el sol de Cuba quema hasta cuando llueve), etc. Sólo llevamos unas horas en el hotel y ya tenemos la habitación hecha un asco.


Habitación 1109


Cogemos las cosas y bajamos a la piscina (una vez más, andando). Son las 9:55. Entramos en la zona de la piscina. El hombre que limpia la piscina nos saluda con un gruñido (“grrr”). Un empleado del hotel aparece desde el snack bar de la piscina. Nos dice que no podemos entrar en la zona de la piscina hasta las 10:00 y nos acompaña amablemente a la puerta. Salimos de nuevo al pasillo de la planta sexta del hotel. Aparecen los representantes de Angalia. Entran a la piscina. Aún no son las 10:00 pero el empleado no les dice nada. Los seguimos. Aparece algún compañero más. Oímos ruido de sirenas abajo en la calle y nos asomamos al balcón del sexto piso del hotel. Vemos varias motos de policía y coches llenos de gente con banderas cubanas.


Foto desde la sexta planta del hotel


Javi, Nacho y yo empezamos a hacer conjeturas sobre si Fidel en persona va a pasar frente al Deauville. Nos parece poco probable. Al cabo de unos instantes aparece un hombre corriendo. Le sigue otro. Y otro. Y detrás de ellos decenas de personas. Se trata de una especie de carrera popular. Hay cubanos y turistas corriendo en ella.


Carrera popular por las calles de La Habana


Parece que ya estamos todos en la reunión. Comienza a hablar la representante de Angalia que nos recogió en el aeropuerto. Nos explica cómo funcionan las dos monedas del país. Nos advierte que no compremos puros ni ron en la calle y que no cambiemos dinero en la calle. A continuación nos habla el que parece ser el gerente del hotel. Nos explica cómo funcionan las dos monedas del país. Nos advierte que no compremos puros ni ron en la calle y que no cambiemos dinero en la calle. Apenas se le entiende cuando habla. También nos pide que cuidemos las instalaciones del hotel y que no hagamos como algunos, que se tiraron desde la ventana la piscina (con erótico resultado). Por último, nos habla un tipo que parece ser de Angalia y está al cargo de las excursiones. Nos explica cómo funcionan las dos monedas del país. Nos advierte que no compremos puros ni ron en la calle y que no cambiemos dinero en la calle. Como les gusta hablar sin decir nada a estos cubanos. También nos explica las excursiones que podemos hacer durante nuestra estancia en La Habana. Nos propone una cena tipo buffet libre en el hotel La Riviera el mismo sábado día 8, que incluye un espectáculo de cabaret, estilo Tropicana. El precio es de 20 CUC. La contratamos. Nos ofrece una excursión a Viñales, en Pinar del Río, para el lunes (que finalmente hicimos el martes) por 50 CUC. La contratamos. Por último, nos ofrece tirarnos por no sé que tirolina de 800 metros para ver no sé qué recinto hotelero. No creo que sea agradable estar colgando de una tirolina durante 800 metros. Y menos por 75 CUC. No la contratamos.

Una vez pagadas las excursiones pertinentes salimos del hotel. Las olas rompen con fuerza sobre el Malecón. Montamos en dos autocares para realizar la visita panorámica (cuyo nombre aun no entiendo ya que la visita fue en autocar) por La Habana, cortesía de Viajes Eroski (lo dudo, seguro que nos la incluyeron en el precio). El autocar nos lleva en primer lugar la plaza de la Revolución. Bajamos y nos hacemos mil y una fotos: en grupo, individuales, por parejas, haciendo el típico montaje de meterle el dedo por la nariz al Ché, etc.

De izquierda a derecha y de arriba abajo: Pato, Corbatas, Regalitos, Responsable, Plastiquitos, Líder, Verjas, Guía, Relojes, Pañuelitos, Botera y Tacto.


Continuamos la visita por La Habana. Vamos a una casa de ron y tabaco (básicamente es una tienda de ron y tabaco). En la puerta hay unos niños y Carlos, Javi e Iván les hacen fotos. Mientras compramos ron aparecen muchos más niños. Carlos se pone nervioso y borra las fotos (si ha tenido que darle 10 CUC a un maletero que va a hacer con veinte niños). Salimos de la casa del ron y tabaco. Los niños nos rodean. No podemos darle nada a ninguno porque no tenemos para todos. Montamos en el autocar. Nos dirigimos al museo del ron. La gente del museo del ron está comiendo así que posponemos la visita. Nos hacemos fotos con la estatua del Caballero de París.


Foto con el Caballero de París


Vemos a una mujer de avanzada edad fumándose un puro de dimensiones desproporcionadas. Alguien se hace una foto con ella y le entrega 1 CUC a cambio. Visitamos un hotel temático (basado en un monasterio). La guía decide que es hora de comer y nos lleva a un restaurante de la Plaza Vieja que tiene pinta de ser caro. No nos apetece comer tan caro así que nos buscamos la vida. Entramos en una cervecería de la misma Plaza Vieja. Cuatro personas están tomando un “metro” de cerveza en la terraza. Tenemos sed. Queremos un metro de cerveza cubana (¡pero qué rica está, coño!). Ahora tenemos hambre. Pedimos una hamburguesa. Tardan en servírnosla. Tiene unos extraños tropezones dentro (como ternilla). Nos da igual. Tenemos hambre. Mientras apuramos el último trago de cerveza y los últimos bocados de la hamburguesa, una orquesta callejera nos ameniza la comida al son del “María Cristina me quiere gobernar, y yo le sigo, le sigo la corriente, porque no quiero que diga la gente que María Cristina me quiere gobernar”. Son buenos. Al terminar se acercan a la mesa a pedirnos una propina. No les damos nada. Creo que aún estamos resentidos con el maletero que nos estafó y lo pagamos con la orquesta.

Terminamos de comer casi una hora después de la hora prevista por la guía. Somos españoles, ¿qué esperaba? Nos dirigimos al museo del ron. Un hombre con un asombroso parecido a Will Smith me ofrece puros a buen precio. Los rechazo. Entramos al museo. Tenemos que esperar para hacer la visita en español. Tomamos un ron con zumo de naranja y caña de azúcar (no recuerdo el nombre del cóctel) para hacer tiempo y matar la sed. Llega nuestro turno para hacer la visita. ¡Vaya, un extinguidor!


Extinguidor


En el museo nos explican cómo se fabrica el ron. Hay una maqueta gigante que nos llama la atención, ¡hasta tiene un trenecito eléctrico! Al terminar la visita nos ofrecen un trago de Habana 7. Nos quema la garganta pero nos hacemos los valientes delante de las chicas de Magisterio. Salimos del museo y nos dirigimos a un mercadillo. Por el camino, un individuo se dedica a retratarnos en forma de caricatura. La primera caricatura (de Iago) nos hace gracia. De la segunda caricatura en adelante nos damos cuenta de que todas son iguales. Aún así le damos una pequeña propina por cada dibujo. Recorremos el mercadillo. Casi todo es artesanía. Iván y Diego compran dos dominós por 6 CUC. Más tarde descubren que no todas las piezas están pintadas. Nacho y yo conseguimos pesos del Ché (las monedas y billetes de tres pesos cubanos, no convertibles, tiene la cara del Ché) a un precio razonable. Aparece la guía. Nos dice que el autocar está esperando. Es hora de volver al hotel.

Llegamos al hotel cuando empieza a anochecer. Carlos (Gandalf), Nacho y yo decidimos probar una botella de ron Santiago. Compramos una botella de Tukola de dos litros para acompañar. Ya hemos comprobado en el museo del ron que es imposible beber ron a palo seco. Subimos a nuestra 1109 a dar cuenta de la botella. Parece que ya funcionan los dos ascensores. Cae una copa. Dos. Se oye ruido desde la piscina. Algunas valientes de magisterio se atreven a estrenar la piscina. Cae una copa más. Empezamos a tener conversaciones profundas. Nos hacemos una foto.


Atención a la cara de felicidad de Carlos


Apuramos la botella con otro par de copas. Estamos cantando canciones populares. Decidimos bajar a darnos un baño. Carlos y yo nos adelantamos. Bajamos a la sexta planta. Meto el pie en la piscina. “Que buena está el agua”, comento (mentira). Pero a Carlos no le importa. No ha venido desde Ávila hasta La Habana para no bañarse en una piscina con el agua a 20 grados (más fría que los cubatas, que no tenían hielos). Llega Nacho. No se baña. Yo tampoco. Carlos sale del agua. Parece estar al borde de una hipotermia. Subimos a la habitación ya que tenemos que estar a la 20:15 en el hotel La Riviera. Nos duchamos y arreglamos. Cuando bajamos, el autocar que nos lleva a La Riviera se ha marchado. Javi nos está esperando. Decidimos usar el taxi. Nuestro primer taxi en La Habana. Un Lada blanco. Fabricación rusa. Montamos. “Al hotel la Riviera, caballero”. El conductor decide ir por el Malecón. Las olas siguen rompiendo igual que por la mañana. Parece que nuestro taxista no es muy hablador. El Malecón está encharcado. Varias olas rompen sobre el Lada. Voy de copiloto y estoy calado. De repente el Lada se para. No arranca. Continúan rompiendo olas. No arranca. Carlos, Javi, Nacho y yo bajamos a empujar el taxi. El agua nos cubre los pies por completo. Conseguimos mover el Lada fuera del alcance de las olas. Estamos borrachos y empujando un coche ruso a través del mar cubano. La situación es dantesca. El taxista se baja y abre el capó del coche para operar. La imagen del interior del Lada me hace gracia y me río. El taxista me devuelve una sonrisa. Empieza a trastear y consigue arrancar el taxi. Montamos y terminamos la carrera en el hotel La Riviera.

Llegamos con el tiempo justo al buffet pero conseguimos cenar. La cena no está nada mal. Terminamos de cenar y vamos junto al resto de compañero a ver el espectáculo del cabaret. Nos sirven un mojito. Comienza el espectáculo. La noche promete…


Espectáculo en el hotel La Riviera


¡Mierda, esto no hay quién lo aguante! Nos dormimos viendo el espectáculo. Recobramos algo de interés cuando aparece un hombre haciendo equilibrios sobre una escalera de mano. Termina su número. Volvemos a dormirnos. Termina el espectáculo. Un camarero nos acosa para que le compremos una botella de ron. Decidimos irnos a otra parte. Cogemos tres taxis hacia el Deauville. De nuevo un Lada. Habrá que darle una nueva oportunidad a estos coches rusos. Vuelvo a compartir taxi con Carlos, Javi y Nacho. Le pedimos al taxista que encienda el taxímetro. Parece no oírnos. Insistimos. Ni caso. A la tercera va la vencida y pactamos un precio con él. Durante el trayecto no para de preguntarnos que a cuantas cubanas nos hemos tirado ya. Parece obsesionado con el tema. Por fin llegamos al hotel. Esperamos al resto. Decidimos ir a una discoteca que se llama La Casa de la Música y que está cerca del hotel. Llegamos a la discoteca. Nos ven cara de turistas y nos piden 15 CUC por barba. Hemos espabilado después del incidente de las maletas. Decidimos ir a la discoteca de nuestro propio hotel, que es gratis gratis. No hay mal ambiente. Reggeaton, salsa, merengue y mucha gente cubana. Las cervezas están tiradas de precio (1 lata de Bucanero = 1 CUC). La gente empieza a estar cansada. El deejay empieza a poner algo de house y música de los 90. “Heeeeey baby, uh ah, I want to know if you’d be my girl” (los del vídeo no somos nosotros pero la escena era parecida). La gente empieza a retirarse poco a poco a sus habitaciones. Javi, Nacho y yo aguantamos hasta la hora de cierre de la discoteca (2:30). También estamos cansados (y templados). Decidimos ir a dormir. Mañana será otro día.

PD: Olvidé comentar que en la discoteca del Deauville conocimos a un cubano de 38 años que aparentaba 25. Es increíble como se conserva esta gente.

4 comentarios:

LaNoNy dijo...

Bueno te desvirgo esta parte del blog, jejeje... esta chulo, tio, te lo estas currando, si señor... Me ha gustado mucho tu mencion hacia nuestro foto-montaje con el Ché, jeje. Ya nos hemos enterado de que estabais que os moríais cuando os tomasteis el chupito de Havana 7 y te ha faltado contar, que el dia del botellón en la habita habia puros de por medio,jejeje... Lo que no se es como sabiais que estabamos justo arriba de vosotros o si es que subisteis en plan a la aventura... jaja.

bueno alber, voy a seguir leyendo, ok?? mas abajo sigo comentando, que seguro que tendre algo que decir,xDD.

Alberto Sánchez :: dijo...

¡Por fin alguien comenta esta entrada! :)

Como verás no he mencionado que casi tiráis medio museo del ron durante la visita, que alguna estaba un poco "tomada" :P

Lo de los puros fue otro día (fue el domingo 9, ahora dentro de poco lo publicaré). Lo que pasa es que nosotros hicimos botellón todos los días en la habitación. Creo recordar que subimos en plan aventura aunque nos sonaba que alguien de nuestro grupo había arriba. Si no llega a ser nadie del grupo pues habíamos hecho amigos nuevos :P

Anónimo dijo...

Enorabuena por el blog!
He hecho un esfuerzo y ya he leído dos días! Está chulo.
En lo referente a este día me gustaría comentar que ¡no me han felicitado tantas veces ni en mi cumpleaños! Era el día internacional de la mujer, y la gente te felicitaba hasta por la calle! Una pasada!

Alberto Sánchez :: dijo...

Es verdad, se me olvidó comentarlo. Gracias por la aportación y por leerme ;) (la próxima vez que escribas un comentario deja tu nombre, que no mordemos a nadie :P)