miércoles, 19 de marzo de 2008

Viernes 7 de marzo: el viaje de ida

Viernes 7 de marzo de 2008. 9:00 AM. Feria de Muestras de Valladolid. 60 personas esperan a las puertas de un autocar. Marta llega y da la señal. Subimos al autocar y el conductor arranca. Comienza el viaje. Por cierto, nos vamos a Cuba :)

Dos horitas y media de autocar y nos plantamos en la T1 de Barajas. Recogemos a Nacho, que venía de Barcelona. Embalamos nuestras maletas. Iván decide embalar la maleta que no quiere embalar e intentar detener la máquina de embalaje, lo cuál provoca la risas del personal presente. Facturamos y decidimos comer algo para matar el tiempo (y el hambre). Que pocas papeleras hay en barajas para tirar los envoltorios de los últimos bocadillos que comeríamos en días. Nos aburrimos y decidimos pasar el control hacia la zona del dutty free. Nos despojamos de nuestros objetos metálicos y los dejamos sobre la bandeja para pasar el control de rayos. Jorge M. pasa el arco y éste pita como loco. Es el pasajero un millón y un policía nacional decide obsequiarle con un cacheo exhaustivo. Sin problema, está limpio. Otro hombre pita al pasar el arco. El policía de turno le pide que se quite las botas, ya que tienen hebillas metálicas. El hombre obedece y vuelve a pasar el arco con las botas de la mano. El arco vuelve a pitar. Los policías de alrededor se preguntan con la mirada qué carajo le pasa al tipo de las botas. Este parece entenderlo y decide pasarlas por los rayos. Mientras todo esto ocurre, Jorge M. ha perdido el pasaporte y el visado a Cuba unas dos o tres veces. Suerte que Nacho lo encuentra repetidas veces (no serían las últimas). Vagamos sin rumbo por el dutty free para hacer tiempo. Varias señoritas de traje azul entablan una breve conversación con nosotros:

- Hola. ¿Cuál es su destino?
- La Habana, amable señorita.
- Pues que tengan un feliz viaje y una feliz estancia.

Cansados, decidimos sentarnos frente a la puerta de embarque. Entonces aparece el cartel: DELAYED. Parece ser que hemos sido premiados con una hora de retraso en el vuelo. En ese preciso instante recibimos la última noticia de España en unos días: atentado en Mondragón, un concejal socialista muerto. Llega la hora de embarque. Montamos en el autobús lanzadera que nos lleva hasta el avión de Cubana Airlines que nos llevará hasta La Habana. Nos miramos y nos preguntamos si alguien alguna vez sobrevivió a un vuelo de ocho horas en semejante artefacto. Subimos al avión y ocupamos nuestros respectivos asientos, no los que teníamos asignados sino los que nos vienen en gana para estar juntos en el viaje. Ajusto mi reloj a la hora cubana (GTM -5) para ir acostumbrando el cuerpo. Despegamos. Un video informativo nos pone al tanto de los artistas de moda en Cuba: “Manolito y su Trabuco”, “Juán y su Hélice”, … Mientras, Carlos empieza a recolectar el bote para comprar el ron en el avión y pegarnos un fiestón tal y como aseguró la comercial de la agencia de viajes Eroski. Al poco tiempo nos sirven un refrigerio a base de macarrones con queso, ensalada de caca (vegetales cubanos) y un hojaldre de Astorga. Iván nos comenta que es de Astorga mientras se come un par de hojaldres. Seguimos volando…

El tiempo no pasa en este avión. Hemos cambiado de sitio veinte millones veces, jugado a las cartas, hecho juegos de magia, contado chistes, conocido gente, hasta hicimos un test de la Cosmopolitan: ¡conoce tu IS! (índice de sensualidad). A medio vuelo (siempre teníamos la sensación de que faltaban cuatro horas para llegar) aparecen dos azafatas con el carro de las bebidas. Carlos empieza a impacientarse. Las amables azafatas nos ofrecen un trago de ron (creo recordar que era ron x) por dos euros. El trago es una botella de 5 cl (como las que ganas en la feria). La Cocacola Tukola Ciego Montero cuesta un euro adicional. Todos estamos indignados. La comercial de la agencia nos la ha jugado. No sería la última vez. Aún así tomamos dos o tres tragos para hacer más llevadero el viaje. También probamos la cerveza cubana (Bucanero). No está nada mal. Volvemos a mirar el reloj. Aún quedan cuatro horas de vuelo. Nos sentamos y nos traen un nuevo refrigerio: medio sándwich de jamón y queso con un chocobollo y un café. Nacho vuelve a encontrar el pasaporte y visado de Jorge M. en el suelo del avión. El tiempo no pasa en este vuelo…

Aterrizamos. “Welcome to La Habana Airport” anuncia el comandante por megafonía en un pésimo ingés. "Por motivos de seguridad vamos a proceder a su desinsectación. Rogamos disculpen las molestias”. Reímos. Es la primera vez que nos desinsectan, aunque no sería la última. Bajamos del avión y nos echan un cubo de agua caliente por encima. La humedad en La Habana es del 99%. Aún así la temperatura es agradable. Un autobús nos acerca a la terminal del aeropuerto. Cruzamos los diversos controles de seguridad. Una señorita policía me pide que me vacíe los bolsillos. Saco mi baraja española y mi Bycicle (de póker). La señorita sonríe y me pregunta que si soy cartómago cartómano. Llegamos a la zona de recogida de equipaje. La maleta de David aparece rota. “Ya reclamaremos en Bajaras”, comenta. Días más tarde yo mismo diría algo parecido. Vamos a salir de la zona de recogidas de maletas. Un policía se acerca a Carlos (Gandalf). Le pide que le acompañe. Reímos y hacemos bromas sobre la posible exploración rectal a la que está siendo sometido. Pasa el tiempo. Carlos no aparece. Mientras otro policía cubano no para de preguntar a Nacho que si fuma. Aparece Carlos. Nos comenta que le han registrado la maleta y que no ha habido ningún problema (iba limpio). Volvemos a reír. Desde ese momento le asignamos el mote de Tacto (con evidente explicación). Nos recoge una representante de Angalia y nos indica donde podemos cambiar dinero. Cambiamos unos cuantos euros a pesos convertibles, la moneda cubana para extranjeros.

Salimos del aeropuerto y vamos hacia los autocares que nos llevarán hasta nuestro hotel en La Habana: el Deauville (en la zona de Centro-Habana, frente al Malecón). Un individuo surge de la nada y nos arrebata las maletas a Diego y a mí. “Que buena gente estos cubanos”, pensamos. El tipo nos sube la maleta al autocar. Nos pide indirectamente una propina sacando un billete (de 10€). Diego y yo nos miramos. No tenemos suelto. El tipo nos presiona. Muy a nuestro pesar decidimos darle 10 CUC (pesos convertibles cubanos, 1 CUC ≈ 0,72 €). Subimos al autocar completamente derrotados. No llevamos ni quince minutos en Cuba y ya nos han estafados. Nos sentimos como un par de turistas estúpidos. Decidimos que ese será nuestro pequeño secreto que nunca contaremos. Mientras Diego suda como no he visto sudar a nadie nunca. Hace mucho calor en La Habana. El autocar nos deja en la puerta del Deauville. Parece que el hotel está en una zona de guerra. En realidad parece que ha habido una guerra en La Habana pues todos los edificios están muy deteriorados por su exterior. Descargamos nuestro equipaje del autocar, pendientes de cualquier maletero al acecho. No aparece ninguno. Entramos en el hotel y repartimos las habitaciones. No conseguimos una habitación doble (lo que a la larga fue mejor). Voy a compartir la habitación 1109 con Nacho y Tacto. Mientras reparten las llaves, Nacho y yo salimos en busca de agua embotellada por el Malecón. Encontramos una pequeña terraza a pocos metros del hotel, donde compramos dos botellas de agua de litro y medio por 1,5 CUC cada una. Parece que este país no es ni caro ni barato. Más bien es un país barato con precios especiales para turistas. Regresamos al hotel. Allí Jorge M., Iván y alguno más comentan como un maletero les ha estafado 10 CUC. Cuento que a Diego y a mí también nos ha estafado, pero menos (sólo 5 CUC). Subimos a nuestra habitación. El (molesto) ding del ascensor nos anuncia que estamos en el piso once. La puerta del ascensor se abre y vemos un teléfono y un puñado de cables colgando de la pared. El panorama no es muy reconfortante. Abrimos despacio la habitación. No está nada mal. Es grande y tiene vistas al Malecón y al centro de La Habana. Nos acomodamos y decidimos bajar a por unas cervezas a la terraza de antes. Subimos a la habitación con un sexteto cervecil de Bucanero (que también cuesta 1,5 CUC por unidad). Qué rica está la dichosa cerveza. Mientras Carlos, Nacho y yo apuramos la segunda cerveza, aparece Javi en la habitación. Estamos cansados del viaje y no tenemos ganas de salir a dar una vuelta por el Malecón. En vez de eso decidimos gastar una broma telefónica a nuestros compañeros de la 1309 (Carlos y Jorges). No pican. Lo intentamos de nuevo con los compañeros de habitación de Javi en la 1009 (David y Kike).

- (yo con acento cubano) Hola, buenas noches. ¿Está David *******?
- (Kike) Sí.
- Pues debe bajar inmediatamente a recepción para checar su visado ya que parece que hay un problema.
- Enseguida bajamos.

Bajamos a recepción para contemplar la escena. No aparece nadie. Decidimos subir a buscarlos a la 1009.

- (yo con acento cubano) ¡POLICÍA CUBANA! ¡ABRAN LA PUERTA!

Nos abre la puerta Kike con mucho cuidado.

- ¡Ah, menos mal que sois vosotros! Es que acaban de llamar a David porque ha habido problemas con el visado o no sé que rollos.
- ¿Y no bajáis?
- Bueno. Esto es Cuba…
- Pues hay un policía con un fusil en la recepción.
- ¡Joder! ¡David, sal de la ducha ya!

Bajamos a recepción una vez más para contemplar la escena. Aparecen David y Kike unos instantes después. Los observamos sentados en los sillones de recepción mientras hablan con la recepcionista. La señorita de recepción sonríe. David y Kike se percatan de nuestra presencia. Risas.

Decidimos que ha sido suficiente por hoy. El viaje y el jetlag nos han dejado sin fuerzas. Subimos a dormir.

Una tormenta nos despierta en mitad de la noche. La imagen de las olas rompiendo en el Malecón es impresionante. Volvamos a dormirnos con el ruido de los truenos sobre La Habana de fondo.


5 comentarios:

Unknown dijo...

Importante notar que en el avión ya hicimos nuestras primeras amigas de magisterio. Bien porque estábamos rodeados de mujeres por delante, detrás y a la izquierda, como me pasaba a mí, bien porque había muchas horas, poco ron y demasiado aburrimiento como para dejar pasar la oportunidad xD

La Chica Gato dijo...

Jajajaja qué risas me he echado!!! ojalá nosotros también lo pasemos así cuand ovayamos a Cancún... miedo me da la de la agencia!! :)
Un besitooo!! a ver si sigues pronto la historia que dan ganas de seguir leyendo!!

Alberto Sánchez :: dijo...

Carlos si que hizo amigas (la cubana a la que despertó varias veces y no paraba de gruñir ¬¬).

A ver si puedo escribir una página más del diario cada uno o dos días que parece que por lo menos me leéis dos personas :P

lascosasdemita dijo...

Va muy bien jefe. Sigue así y cada vez que me pregunten qué tal me fue en cuba les daré una tarjeta con la dirección de tu página jeje

Anónimo dijo...

Que currada de articulos. Esto va a molar leerlo de aqui a un año, cuando no nos acordemos de los detalles.

- ...
- ¿y no bajais?
- Bueno, esto es Cuba.
- ...

Eso es lo mejor de todo jajaja. Menuda la que liasteis. Ya me estaba yo imaginando al tipico cubano moreno y flacucho con traje verde oliva y Kalashnikov al hombro al lado del recepcionista jajaja.

Eso no se me puede hacer tras un viaje de 9 horas, que no rijo! jj

Saludos!

P.D. Sobre lo de las amigas de magisterio, recuerdo a Jorge huyendo de asiento en asiento con la manda a cuestas ocultandose para dormir jj